Se trata de un frutal autóctono que da una fruta del tamaño y apariencia de un durazno, pero el sabor es completamente diferente según dicen. Hay buenas variedades y no tan buenas… esperemos que estos 18 arbolitos se porten bien. Van para el bosque de alimentos, junto con otros tantos guaviyús, pitangas, eugenia repandas (ñangapiré negro), arazás y quizá otras especies más raras las cuales tendremos en observación durante un tiempo, tales como murta, anacahuita, guayabo colorado, amarillo y blanco (que no tienen nada que ver con las guayabas, son frutos pequeños y de otros géneros)

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