Durante el fin de semana pasado tuve el enorme placer de pasar por dos ciudades típicamente turísticas de la costa atlántica argentina: Necochea y Mar del Plata. Si bien no era precisamente el momento de vacacionar ni de tomar helados, es cierto que mi actividad va en contra de la corriente: todo lógico.
La primer charla se pudo dar gracias a las gestiones de Ciudad Frutal (un grupo de gente que planta frutales en las veredas de la ciudad) y Sabe la Tierra (un restaurante dedicado a la comida sana).
Las personas que pudieron asistir (cupo limitado, entrada gratuita, inscripción previa) disfrutaron helados preparados con frutos nativos: guayaba tropical, arazá negro, arazá serrano, jaboticaba sabará (el último kilo de esta especie, lo voy a extrañar…), té de guabiroba, de pitanga, mermelada de jaboticaba y mermelada de guayaba tropical; conocieron unas 25 especies de frutales y pudieron sacarse las dudas sobre algunas de ellas, además de adquirir plantas y semillas sobre el final de la charla. Gracias a Angie Ferrazzini por brindarnos el espacio, a Eugenia por sacar las fotos, gracias a las personas que colaboraron sirviendo mermeladas, tés y helados. Muchas gracias a todos los asistentes por demostrar semejante interés en la flora nativa.
También en Mar del Plata todo transcurrió fantásticamente bien, con gran asistencia (unas 70 personas inscriptas) en el Colegio Nahuel Huapi. Degustamos los mismos sabores anteriormente mencionados salvo que el helado de jaboticaba fue hecho con frutos de Campo Ramón (variedad especial de fruta grande y dulce) y sumamos exquisitos jugos de Chilto (tomate de árbol) de dos variedades (naranja y rojo) hechos por José Luis, quien también organizó la charla en el lugar.
Tanto los tés como los helados y mermeladas tuvieron una muy entusiasta recepción, sobre todo los helados de arazá y jaboticaba y la mermelada de guayaba tropical: sin dudas son productos que podrían encontrarse comercialmente en el país y en todo el mundo si se les prestara más atención. Son alimentos de nuestras tierras, podrían ser apropiados por todo el mundo a un costo realmente bajo: el de conseguir la semilla, sembrar y esperar algunos años, plantar los árboles en canteros de veredas, jardines y plazas… el resto es cosechar.
No me quiero olvidar de comentarles que las hojas de Ora pro nobis (Pereskia aculeata) fueron valoradas por su sabor y por brindar 25% de proteínas, algo que casi nadie sabe… una fruta de guayaba tropical circuló por las manos de todos los asistentes, quienes quedaron deleitados por su perfume. Como siempre fue una alegría enorme encontrar amigos de Mardel para seguir compartiendo nuestra pasión por las plantas que bridan aire, alimento, medicina, sombra y belleza a nuestras vidas.
En futuros encuentros queda pendiente el desafío de tocar más ampliamente el tema de los bosques comestibles y brindar un almuerzo hecho en base a plantas perennes, sobre todo enredaderas, árboles y arbustos.
Espero volver a la costa a fines del verano y llevar más sabores asombrosos!
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